martes, 24 de mayo de 2011

Tornado en Betí.

                                                                                                   Bébédjia 24 mayo 2011


Queridos hermanos, gracias por estar ahí escuchando mi vida o lo que soy capaz de sintetizar de ella.
Hace ya casi un mes después de dos noches de guardia (de 19 h. a 7h. ) llegó la hermana Magdalena para pedirme que fuera con la ambulancia a un pueblo llamado Betí que dista unos 60km de nuestro querido hospital, eran las 17h. de la tarde y el cansancio desapareció de repente, un tornado había destrozado muchas casas haciendo caer sus débiles muros sobre los propietarios de las mismas dejando al parecer muchos heridos.
No conocía bien nuestra ambulancia pues nunca la había conducido, pero gracias a Dios he conducido unas cuantas cuando este era mi trabajo y ni corto ni perezoso tras escuchar los consejos de Magda salí con las sirenas puestas sin perder más tiempo, el viaje no fue muy complicado pero conducir por las carreteras chadianas es siempre una aventura; las cabras, vacas y otros animales se cruzan sin ningún control, la gente va sin luces por la noche y te puedes encontrar con un coche cruzado en mitad de la vía en cualquier momento intentando girar para cambiar de dirección. Lo peor fue cuando llegué a Doba una cuidad que tenia que atravesar para llegar a Betí, toda la calzada estaba llena de motos, bicis, carros, gente en los arcenes etc..... por lo que tuve que disminuir mucho la velocidad ( iba a unos 110 km/h. hasta llegar a Doba), pero gracias a Él, todo fue bien y llegué pronto a mi destino donde ya no había carretera de asfalto sino de tierra llena de hoyos enormes con ganas de hacerte volcar. Antes de llegar a Betí me encontré a las Hermanas del lugar transportando los heridos más graves, así que los recogí pensando que yo llegaría antes por que mi vehiculo era superior ( toyota, 4x4 Land Cruiser), y casi me da algo cuando vi a un niño muy grave y a una mujer en estado de gestación con grandes traumatismos entre otros, así que recogí a seis heridos los mas graves y salí corriendo al hospital en mitad de una oscura noche sin luna pero con unas brillantes sirenas que invitaban a todos a apartarse de mi camino.
Llegamos al hospital antes de lo esperado pues de Doba a Bébédjia no bajé de 120 Km./H. Una locura que no podía controlar pues el niño que se sentó junto con su abuela a mi lado se estaba muriendo y eso me hacia pisar muy fuerte el pedal.
Antes de que me pudiera bajar a de la ambulancia Magda (directora del hospital) me informaba que tenía que hacer otro viaje a una aldea cercana a Betí, esta vez contaria con la asistencia de una misionera laica llamada Vannesa que es obstetra, bueno por lo menos ahora no iría solo, menos mal por que la aldea no estaba precisamente cerca de Betí sino que a unos cuantos kilometrillos por carreteras de tierra llena de arboles tumbados por el viento.


Al salir de Dobá estaba el Padre de la parroquia de Betí esperándome para guiarme hasta allí, el llevaba un Toyota de terraza donde pudo tranportar a los heridos mas leves hasta el hospital de Dobá, menos preparado que el nuestro pero que podía abordar estos casos.
Cuando llegué allí tuve que realizar un severo triaje (elección de pacientes con prioridad médica) pues habrían unos treinta casos y yo solo podía transportar a seis o siete, colocado de una forma estratégica pero muy poco ortodoxa. Era una locura de noche haciendo el triaje con una linterna entre gritos de dolor y prisas por salir de ese caos.
Media hora después de llegar pudimos salir, todo el pueblo estaba tirado, muchos se habían emborrachado para anestesiar el dolor que les producía el perder lo poco que tenían, estaban tirados o tambaleándose por los senderos del pueblo, por poco no me llevo a uno de ellos.
Llegamos al hospital a las 23 H. cansados, muy cansados pues todo el viaje Vanesa me indicaba desde la cabina de la ambulancia que había un herido a punto de chocarse (estado de shock, muy grave), y eso me hacia estar aun mas en tensión aumentando el desgaste físico. Gracias a Dios no suelo perder el control en las emergencias si no todo lo contrario suelo reaccionar lógicamente calculando con frialdad lo que se puede hacer en cada caso, no se por que es así pero es así, en los momentos de peligro mantengo siempre la serenidad que aveces pierdo por tonterías en momentos vanales.

Todo pasó lo mejor que pudo pasar, aunque hubo al menos un muerto, el niño que iva a mi lado en el primer viaje. Al enterarme no pude llorar pero quise hacerlo.
Al día siguiente tuve que ir al Doba a estilizar material quirúrgico, algunos heridos o familiares que había recogido ayer en Betí y que habían mejorado aparentemente gracias a los analgésicos se enteraron y quisieron subir todos al coche, peleándose por una plaza, pero Magdalena quería llevar a los que realmente estaban bien y sin aglomeraciones, así que intentando poner orden se llevó unos cuantos golpes, algunos en la cara, al verlo bajé del vehículo y separe a los agresores con una fuerza que ellos no esperaban, tras darse cuenta de lo decidido que estaba a protegerla se apartaron y pudimos mantener algo el orden.
Magdalena decidió que partiese solo en forma de escarmiento por como se habían comportado.
¿ Que les hizo responder así ? No es justificable,pues deberían estar agradecidos por lo que habíamos hecho por ellos el día anterior , pero el miedo a perder sus pocos enseres del interior de sus derruidas casas y el no poder volver a sus casas por sus propios medios, les empujo a un comportamiento malvado.
Sin un mínimo de dignidad se hace difícil la paz.



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